Poemas. José Manuel López González
si supieras lo que duele
si supieras lo que duele
no escuchar nada
si tan sólo por una vez
entendieras
lo que significa
un grito de silencio
revéntandome los tímpanos
no vestirías tus ojos
con esencias
de despistado atónito
ni recitarías
esas interminables parrafadas
que empiezan ayer
y terminan
en el fondo del portal
el juego de los caminos cruzados
Galeones de hierba y menta
Mi último poema
lo escribiré cuando se deslicen
por el tobogán de tus caderas
los deseos que se ocultan
en mis mejillas sonrosadas,
escupirá llamadas de auxilio
el día que la boca de la tierra haya desayunado
buñuelos de crema de ternura
y saltará por el hueco del ascensor
al estallar el buzón
de cartas hilvanadas y telegramas recitados.
Descansará recostado
sobre fosas de amigos muertos
y en sus laderas dormirá
agarrado a un clavo ardiendo
poniendo ojos de pícaro reinventado.
Mi último poema
sonará (como los primeros)
como himno torcido
en mi voz blasfema y maleducada,
su lengua hará
una profilaxis de mi lengua
enfundándome un pijama
de caramelo de blanco satén
y me dará
las buenas noches que nadie me dará nunca.
Me enseñará luego a tocar la batería
y esconderá mi cara
entre letras Verdana de estraza
abriendo la puerta de mi vida
con llaves de aventuras
ya por siempre prohibidas y lejanas.
Mi último poema
me llevará al fin al garito
donde bajo el puente de cada amanecer
soñaba guiones falsos abordando
una y otra vez
galeones de hierba y menta
entre
bancos de niebla espesa
y
oleajes de viejo silencio.
si supieras lo que duele
no escuchar nada
si tan sólo por una vez
entendieras
lo que significa
un grito de silencio
revéntandome los tímpanos
no vestirías tus ojos
con esencias
de despistado atónito
ni recitarías
esas interminables parrafadas
que empiezan ayer
y terminan
en el fondo del portal
el juego de los caminos cruzados
te entrego mis ojos
de crepúsculo
la retina tenue y traviesa
de mis dioses
escondidos bajo las uñas
el gatillo de un fusil oxidado
una luz
hasta las raíces de los gestos
te doy
mi abrazo desnudo frente
al mar
mi piel coronada de
adelfas grises
hacer el amor contigo sobre
una moqueta de aire
el juego de los caminos
cruzados
la parranda del círculo
prohibido
por el miedo totémico a
descubrir otra derrota
te entrgo la paz y
la palabra de Blas
la crucifixión rosada
de Miller y mi jardín
en especial mi jardín
de arbustos calcinados
de crepúsculo
la retina tenue y traviesa
de mis dioses
escondidos bajo las uñas
el gatillo de un fusil oxidado
una luz
hasta las raíces de los gestos
te doy
mi abrazo desnudo frente
al mar
mi piel coronada de
adelfas grises
hacer el amor contigo sobre
una moqueta de aire
el juego de los caminos
cruzados
la parranda del círculo
prohibido
por el miedo totémico a
descubrir otra derrota
te entrgo la paz y
la palabra de Blas
la crucifixión rosada
de Miller y mi jardín
en especial mi jardín
de arbustos calcinados
Galeones de hierba y menta
Mi último poema
lo escribiré cuando se deslicen
por el tobogán de tus caderas
los deseos que se ocultan
en mis mejillas sonrosadas,
escupirá llamadas de auxilio
el día que la boca de la tierra haya desayunado
buñuelos de crema de ternura
y saltará por el hueco del ascensor
al estallar el buzón
de cartas hilvanadas y telegramas recitados.
Descansará recostado
sobre fosas de amigos muertos
y en sus laderas dormirá
agarrado a un clavo ardiendo
poniendo ojos de pícaro reinventado.
Mi último poema
sonará (como los primeros)
como himno torcido
en mi voz blasfema y maleducada,
su lengua hará
una profilaxis de mi lengua
enfundándome un pijama
de caramelo de blanco satén
y me dará
las buenas noches que nadie me dará nunca.
Me enseñará luego a tocar la batería
y esconderá mi cara
entre letras Verdana de estraza
abriendo la puerta de mi vida
con llaves de aventuras
ya por siempre prohibidas y lejanas.
Mi último poema
me llevará al fin al garito
donde bajo el puente de cada amanecer
soñaba guiones falsos abordando
una y otra vez
galeones de hierba y menta
entre
bancos de niebla espesa
y
oleajes de viejo silencio.
Y nosotros somos viejo silencio. José Manuel López González
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