Luis Buñuel: radicalista estético

Rebelde, libertario, surrealista y exiliado. Hizo simpre lo que quiso y contó lo que sentía sin hacer caso de los convencionalismos.
La obra de este genial cineasta está cargada de una fuerte crítica social, sobre todo a la burguesía, la clase social más fustigada en sus películas, y de denuncia de la situación de colectivos marginados.
El cineasta ruso Andrei Tarkosvski dijo sobre él : "La fuerza dominante de sus películas es siempre el incoformismo. Su protesta -furiosa, sin compromisos y acerba-se expresa sobre todo en la textura sensible del filme, y es emocionantemente contagiosa". Y "por encima de todo, Buñuel es el portador de una conciencia poética".
De su extensa filmografía, me interesan dos impactantes imágenes de su primera película Un perro andaluz (1929), la del ojo cortado por una cuchilla, procedente de un sueño del propio cineasta, y la de las hormigas saliendo de un agujero de la palma de la mano, surgida de la capacidad onírica de Dalí. Y, de sus últimas películas: Belle de Jour (1966) y El discreto encanto de la burguesía (1972).
En el 25 aniversario de su muerte debemos recordar al hombre, por su compromiso social, y al cineasta, por mostrarnos la complejidad humana a través de su mirada.
1 comentarios :
Buñuel era un agitador de conciencias dormidas.
En sus memorias escribe que le gustaba contemplar a las personas que salían de las salas de cine tras ver una película. Sólo observaba apatía y aburrimiento.
En cambio, el público de las corridas de toros, del teatro o de un acontecimiento deportivo, una vez acabado el espectáculo, salía a la calle casi siempre excitado: eufórico o cabreado. Nunca indiferente.
Es exactamente lo que pretendía hacer con el espectador de sus películas: hacerlo vibrar, despertar sus emociones, sacarlo de su sopor existencial.
Publicar un comentario