viernes, 25 de septiembre de 2009

Vargas Llosa. Premio Caballero Bonald


Mario Vargas Llosa ha sido galardonado con el VII Premio de Ensayo Caballero Bonald por su obra El viaje a la ficción, un libro en el que reflexiona sobre la vida y el mundo literario del uruguayo Juan Carlos Onetti.

El jurado destacó que la obra de Vargas Llosa "recrea, casi como si de una narración se tratara, el complejo, inquietante y a veces perturbador mundo de Onetti con un ejercicio literario de gran intensidad crítica".

La admiración de Vargas Llosa por el novelista y cuentista uruguayo se palpa en este ensayo, publicado por la editorial Alfaguara ahora hace un año. Juan Carlos Onetti es para Mario Vargas Llosa "el primer novelista moderno de nuestra lengua, un escritor que se abría las entrañas y se las dejaba en la escritura". El escritor peruano se adentra en el mundo de Onetti con un viaje a la imaginación y a la fantasía de la obra del uruguayo, que define como "una metáfora del gran fracaso de América Latina"

El texto ha sido definido por el poeta Caballero Bonald como "un prodigio de penetración crítica de finura intelectual", que este año tiene mucha presencia por coincidir con la celebración centenario del nacimiento de Onetti.

El jurado eligió la obra de Vargas Llosa entre 80 textos presentados, la mitad de ellos procedentes de América.

El galardón, que cumple su séptima edición, reconoce el mejor ensayo publicado en 2008 y está dotado con 30.000 euros.



Esta vida de mentiras que es la ficción, que vivimos cuando viajamos, solos o acompañados (escuchando a los habladores o leyendo a cuentistas y novelistas) hacia esos universos creados por la imaginación y los apetitos humanos, no debe ser considerada una mera réplica de la vida de verdad, la vida objetivamente vivida, aunque ésta sea la tendencia con que suelen estudiarla los científicos sociales que, valiéndose de la literatura oral y escrita, ven en ésta un documento sociológico e histórico para conocer las intimidades de una sociedad. En verdad, la ficción no es la vida sino una réplica a la vida que la fantasía de los seres humanos ha construido añadiéndole algo que la vida no tiene, un complemento o dimensión que es precisamente lo ficticio de la ficción, lo propiamente novelesco de la novela, aquello de lo que la vida real carece, pero que deseábamos que tuviera –por ejemplo un orden, un principio y un fin, una coherencia y mil cosas más– y para poder tenerlo debimos inventarlo a fin de vivirlo en el sueño lúcido en el que se viven las ficciones.

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Cubrí con flores
Aquella caligrafía
De trazos rectos.

Unas gotas de luna
Cayeron en mi mano,
Los vientos húmedos
Acercaron el perfil del silencio
Hasta mi rostro.
El espacio vacío
Se llenó con los sueños,
La ausencia
Vagó en la quietud
Del amanecer,
Y encontré indicios
En la voz del aire.

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