viernes, 29 de enero de 2010

J. D. Salinger. In memoriam


Salinger ha fallecido a los 91 años, en New Hampshire.

J. D Salinger se hizo muy popular entre los críticos y los jóvenes cuando publicó su primera novela El guardián entre el centeno, pero después de haber obtenido tanta fama y notoriedad, Salinger se convirtió en una persona solitaria, y quiso alejarse del ruidoso mundo exterior protegiendo al máximo su privacidad.

El guardián entre el centeno
aparece en 1951 en Estados Unidos. Desde el principio la novela se vio envuelta en una gran polémica provocando numerosas críticas por su lenguaje provocador y por describir abiertamente ciertos aspectos de la sexualidad que chocan con una sociedad puritana.

Holden Caulfield es el protagonistra de esta novela. Todo el relato está narrado en primera persona desde la perspectiva de este adolescente que está pasando por unos confusos momentos. El texto nos ofrece su visión pesimista del mundo, y relata el viaje de Holden desde el momento en que es expulsado de la escuela de Pencey hasta que llega de nuevo a su casa psicológicamente muy afectado. A lo largo de este viaje, Holden ha de enfrentarse al mundo nuevo de los adultos y siente la nostalgia por la inocencia infantil que está perdiendo. De este mundo nuevo le repugna la hipocresía, la falsedad y la degeneración.

Los adolescentes y su rebeldía son los otros protagonistas de El guardián entre el centeno y presentan como Holden una caracterización negativa porque intentan ya vivir como “adultos” y, por tanto, aparecen contagiados de los defectos del mundo adulto: hipocresía, vicio, violencia. El propio Holden, aunque viéndose diferente al resto, en algunos momentos se contagia de esa forma de vida, como sucede en el viaje en autobús hasta Nueva York. De todos esos jóvenes degradados tan sólo se salva Jane, la chica de la que se enamora Holden.

El libro lo han leído numerosos adolescentes, unos por curiosidad y otros por obligación, y no ha dejado indiferentes a los que entienden las reflexiones de Holden, joven como ellos.

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Cubrí con flores
Aquella caligrafía
De trazos rectos.

Unas gotas de luna
Cayeron en mi mano,
Los vientos húmedos
Acercaron el perfil del silencio
Hasta mi rostro.
El espacio vacío
Se llenó con los sueños,
La ausencia
Vagó en la quietud
Del amanecer,
Y encontré indicios
En la voz del aire.

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