Recordando a Edgar Allan Poe
Una de las figuras que más ha influido en la literatura moderna merece este pequeño recuerdo. Poe se encuentra entre los grandes escritores americanos, considerado el creador de la novela policíaca moderna por obras tan famosas como Los crímenes de la calle Morgue y La carta robada, es además, precursor del género de ciencia-ficción. Cuentos como El gato negro, El corazón delator y El escarabajo de oro, así como su poema El cuervo son algunas de sus creaciones más célebres. Poe no sólo era un escritor de imaginación poderosa, sino que también poseía una gran técnica para expresarse, y una gran maestría en la descripción de los sentimientos más profundos del alma humana. Por todo esto se halla entre los grandes literatos.
No podemos olvidar a Poe como poeta, su influencia fue decisiva en tres grandes poetas francesas, cuya repercusión a su vez se extendería por el mundo: Baudelaire, Mallarmé y Valéry. Con Baudelaire, nace la poesía moderna.La influencia de Poe sobre la poesía moderna no procede sólo de sus propias poesías, sino, sobre todo, de sus ensayos, como «El fundamento del verso» y «El principio poético», o el prefacio a la edición de sus «Poesías» de 1831 en que distingue entre los objetivos del poema, que pueden ser la música o la ciencia, y el efecto poético, que es la indefinición.
¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.
Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.
Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.
Párrafos iniciales de El corazón delator
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