martes, 11 de agosto de 2009

El expediente de Josef Kalteis. Andrea Maria Schenkel


El libro comienza con la nota final del expediente de Josef kalteis, firmada en Múnich el 29 de octubre de 1939, por la que sabemos que se le deniega el indulto y se confirma la condena a muerte. Lo sorprendente o no, es que se responsabiliza a la democracia de los crímenes que ha cometido el asesino."Era natural que dichos sucesos brotaran en el sustrato corrompido de la República de Weimar; la democracia es una úlcera cancerosa, un semillero de elementos antisociales" (pág. 7)

Josef Kalteis, ciudadano alemán, miembro del Partido Nazi, padre de dos hijos, maltratador y asesino, ha sido arrestado por las muertes de varias mujeres: Gerda, Kuni, Herta, Erna, Marlis y Kathie, ocurridas en la región de Múnich. Andrea Schenkel construye la narración intercalando diferentes elementos: la relación del condenado con su mujer Walburga, una relación carente de sentimientos, violenta, y a veces, brutal. "Un sábado, tres semanas después de la boda, me pegó por primera vez. Ya no recuerdo el motivo de la pelea, tan solo recuerdo el golpe que recibí en la nuca en cuanto le di la espalda. Vaya si me acuerdo, me acuerdo perfectamente. Y también de cómo me agarró por el cuello y apretó, con fuerza", las declaraciones del asesino al fiscal general y sus ideas perturbadas, las confesiones de sus víctimas y los sueños de la joven Kathie que va a la ciudad para mejorar su vida.

El expediente de Josef Kalteis, es una novela corta (190 págs), basada en un hecho real, bien estructurada y de lectura fácil que refleja el comportamiento violento contra la mujeres de un perturbado asesino. Recomendable en cualquier momento.

Andrea Maria Schenkel, autora alemana que obtuvo por su primera novela, Tannöd, el lugar del crimen (2006) el Deutscher Krimi Preis 2007 ha seguido ganándose el favor de los lectores y de la crítica en esta segunda novela que ya ha sido traducida a varios idiomas.

Está sentado sobre el camastro, tiene la cabeza apoyada en las manos y los ojos cerrados, ¿ o están abiertos? No lo sabe. El cuarto está bañado por la luz pálida que entra a taravés de la ventanilla enrejada, procedente del patio.
Lleva varias horas sentado, siempre en la misma postura: las manos juntas, como si estuviera rezando, el rostro medio oculto en ellas, el codo apoyado en el muslo, inmóvil. El tiempo se consume. Siente como si éste se le derramara por entre los dedos, y le resbalara por los brazos, piernas abajo, hasta llegar al suelo. Continuamente, sin cesar. Y, sin embargo, a pesar de esa lentitud, no logra recordar nada. No recuerda ni el día ni la noche, ni las horas ni los minutos... Todo se desvanece bajo aquella luz pálida, aquel gris interminable, como si él mismo se hubiera disueltoya, como si su vida ya se hubiera consumido.
Nada, no ha quedado nada, tan sólo un espacio ilimitado de nada, vacío y nada más.

El expediente de Josef Kalteis

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Cubrí con flores
Aquella caligrafía
De trazos rectos.

Unas gotas de luna
Cayeron en mi mano,
Los vientos húmedos
Acercaron el perfil del silencio
Hasta mi rostro.
El espacio vacío
Se llenó con los sueños,
La ausencia
Vagó en la quietud
Del amanecer,
Y encontré indicios
En la voz del aire.

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