jueves, 27 de agosto de 2009

La reina en el palacio de las corrientes de aire



La tercera novela del ciclo Millennium inaugurado por Los hombres que no amaban a las mujeres, gira sobre la injerencia de la KGB en el terrorismo de estado europeo.

En La reina en el palacio de las corrientes de aire, Mikael Blomkvist descubre que los servicios de inteligencia suecos han contratado a siniestros desertores de la KGB (la contovertida policía secreta rusa) para vigilar, secuestrar y hacer desaparecer a militantes y sindicalistas. Mikael intentará por todos los medios, sentar a sus integrantes en el banquillo de los acusados, y arriesgando su vida, utilizará todos sus recursos para desenmascarar la miseria que se esconde detrás del Estado de Bienestar sueco. Lisbeth le ayudará desde el hospital, a desenmascarar al grupo de asesinos de La Sección que está dirigido por su padre, Zalanchenko es quizá uno de los personajes más malvados y que más daño le han hecho, sin olvidar a su hermanastro el psicópata Ronald Niedermann.

El personaje mejor trazado sigue siendo el de Salander, joven atípica y marginal, aunque maltratada no se siente una víctima, sino que se comporta como una mujer dura, sin remordimientos. Su rebeldia tiene como objetivo que los malvados no salgan ilesos y que paguen por sus atrocidades. Pretende ajustar cuentas con el pasado sin importarle el presente. El peso de la narración en este tercer libro lo comparte con Mikael Blomkvist y en menor medida en Erika Berger, pero yo me quedo con Lisbeth que ya desde la primera novela me fascinó.

Larsson sitúa al inicio de cada parte una breve historia de las mujeres en el campo de la guerra. Aunque no hay muchos datos, la historia nos habla de amazonas con un pecho amputado para manejar el arco con más eficacia e incluso de un ejército de mujeres que repudiaban el matrimonio por considerarlo una forma de sumisión.

El tema de la mujer preocupa a Larsson y quiere denunciar como periodista la indefensión y los abusos que sufren muchas mujeres. En Millennium ha querido monstrar la violencia que se ejerce contra las mujeres en todas sus variantes y lo ha conseguido de una manera eficaz.

El libro es entretenido y de lectura muy agradable, es decir, sigue en la misma línea que los anteriores, pero es el que más me ha enganchado de la trilogía.

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Cubrí con flores
Aquella caligrafía
De trazos rectos.

Unas gotas de luna
Cayeron en mi mano,
Los vientos húmedos
Acercaron el perfil del silencio
Hasta mi rostro.
El espacio vacío
Se llenó con los sueños,
La ausencia
Vagó en la quietud
Del amanecer,
Y encontré indicios
En la voz del aire.

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