lunes, 17 de noviembre de 2008

Stieg Larsson. Los hombres que no amaban a las mujeres


Acabo de terminar Los hombres que no amaban a las mujeres, excelente novela negra que forma parte de una trilogía de novelas policiacas denominada Millenium. Los tres libros que foman la trilogía Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire los escribió Larsson en pocos meses y a los pocos días de entregarlos a una editorial murió de un inesperado ataque al corazón. Un detalle escalofriante: en la tercera obra, uno de los personajes muere exactamente de la misma forma en que lo hizo Larsson.

La obra me ha embelesado por los atractivos ingredientes que Larsson mezcla con mucha habilidad: corrupción, violencia, dinero, poder, sexo, enigmas, historias del pasado, fantasmas que regresan, política, grandes empresas, vidas destruidas... La obra es una ácida crítica contra la violencia que sufren las mujeres, contra la doble moral y contra los abusos de poder.

El personaje más atractivo es el de Lisbeth Salander, una chica un poco rara y que desde el principio cae bien. Es una joven de veintipocos años que trabaja como investigadora privada. A pesar de su apariencia (chupa de cuero, piercings, etc.) y de su difícil carácter (muchos informes psicológicos la tachaban de retrasada), su inteligencia y eficiencia serán decisivas en la investigación de Mikael. Lisbeth tiene una personalidad compleja que se manifiesta en la dificultad para relacionarse. Su vida no ha sido fácil, durante mucho tiempo ha sido ignorada y agredida por gente de su entorno: compañeros de clase, policías, tutores…


Esta novela ha sido, sin duda, una buena recomendación de un excelente lector y amigo.


Sobre el autor: Larsson (Västerbotten, 1954- Estocolmo, 2004) era un periodista idealista y comprometido, un experto en la extrema derecha sueca. Desde veinteañero decía a sus amigos que, un día, sería escritor de novela negra. Pasaron los años, y tras devorar como lector a los clásicos del género, al cumplir 47 se dijo: "Ya está. Mi momento de escritor ha llegado". Y, cada noche, al acabar su jornada en la revista Expo, fundada y dirigida por él, cuando llegaba a casa, se ponía a escribir Millennium.

Os dejo parte de la primera y única entrevista que le hicieron (27 de octubre de 2004) por los interesantes datos que aporta.

"Empecé a escribir en el año 2001. Escribía libros por diversión. Era algo que tenía en mente desde los años noventa. Kenneth A. de TT [la agencia de noticias central de Suecia] y yo estábamos sentados con los brazos cruzados cuando empecé a escribir un texto sobre los viejos Hernández y Fernández de Tintín. Fue muy divertido, y estuvimos discutiendo acerca de cómo escribir sobre ellos ahora que con cuarenta y cinco años se enfrentaban a su último misterio. De ahí es de dónde surgió la idea, pero al final acabó siendo otra cosa".

"En lugar de eso tomé a Pippi Langstrump. Pensé: “¿Qué aspecto tendría actualmente? ¿Qué tipo de adulta sería? ¿Cómo la calificarían? ¿Una sociópata? ¿Una autista? Tiene una visión de la sociedad distinta de la de los demás. (O, visto de otro modo, no observa la sociedad del mismo modo que el resto de la gente.)”. La convertí en Lisbeth Salander, de veinticinco años, una chica que se siente como una extraterrestre entre la gente. No conoce a nadie ni tiene capacidades sociales en absoluto".

"Luego necesitaba a alguien como contrapunto. Acabó siendo Mikael Kalle Blomkvist, un periodista de cuarenta y cinco años. Un tipo trabajador, competente, buena persona, que trabaja en su propia revista, llamada Millennium. La acción transcurre alrededor de la oficina de la revista, pero también alrededor de Lisbeth Salander, que parece que carezca de vida propia".

"Hay muchas personas implicadas, un amplio abanico social. Trabajo con tres grupos distintos. Uno que se mueve en el entorno de la revista Millennium, que tiene seis empleados. Los caracteres secundarios no se limitan a participar en la escena para decir algo; su manera de actuar influye en la trama. No se trata de un universo cerrado. Luego está la gente de Milton Security, una empresa de seguridad privada con un croata al frente. Y luego está el colectivo de policías: cada uno de ellos también es un protagonista, en cierta manera".

"No es hasta el tercer libro cuando se atan todos los cabos y se entiende lo que ha ocurrido. Pero los tres libros son historias autoconclusas. Pero hay algo más. En las novelas de detectives corrientes nunca aparecen las consecuencias de lo que ocurre en las historias del libro siguiente. En la mía sí."

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Cubrí con flores
Aquella caligrafía
De trazos rectos.

Unas gotas de luna
Cayeron en mi mano,
Los vientos húmedos
Acercaron el perfil del silencio
Hasta mi rostro.
El espacio vacío
Se llenó con los sueños,
La ausencia
Vagó en la quietud
Del amanecer,
Y encontré indicios
En la voz del aire.

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